Hoy comenzamos a leer.
Nada abre tanto el apetito como volar, así que los cuatro
gatitos estaban casi desfallecientes cuando aterrizaron en los bosques.
Quién sabe hasta dónde habían volado desde la ciudad, desde
el volquete bajo el que habían nacido. Y en realidad, quién puede saber la
razón por la que esos gatos tenían alas para volar. La señora Juana Rayas, su
madre, no podía explicarlo, pero cuando la vida en las calles se hizo demasiado
peligrosa, ella supo que algún día el sueño que había tenido para sus hijos se
haría realidad: su Thelma, su Jacinta, su Rogelio y su Jaime abrirían las alas
si hacía falta y volarían lejos, sobre el callejón, sobre los techos, lejos.
Y llego el día y volaron juntos. Pero lo que encontraron los cuatro gatos en
los bosques fue al mismo tiempo más terrorífico y más hermoso de lo que había
soñado su mamá.
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